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Reportajes
22/12/2020

Navidad en el mundo

Familias del mundo entero se reunirán en torno a una mesa para celebrar la Navidad


 

 

Un año más, las familias del mundo entero se reunirán en torno a su mesa para celebrar la Navidad, probablemente más digitalizados que nunca.
Sin embargo, también podemos viajar con el paladar y las emociones desde casa; cada cultura, cada país, cada pueblecito tiene sus propios platos tradicionales y sus propias costumbres para estas fechas. En las siguientes líneas, os proponemos un apasionante y entretenido viaje por la cultura gastronómico- festiva de los cinco continentes para que os sirva de inspiración para viajar con el alma y el paladar.

 

Los paladares más tradicionales, sin duda, pueden optar por viajar metafóricamente hacia las tierras de la vieja Europa, en cuyos países de marcada tradición religiosa sentirán como en pocos lugares la fuerza de la liturgia, además de los rigores de la estación que acompañan siempre a la buena mesa.
En el caso de Alemania, por ejemplo, fue la Navidad quien se apropió de un plato de tan alto nivel calórico como es el Grünkohlessen (que literalmente, significa “comida de col verde”): compuesto sobre todo por col verde (que siempre se recoge con escarcha en las hojas), kasseler (esa carne ahumada y adobada tan al estilo del país), unas cuantas salchichas y también patatas cocidas, y acompañado por supuesto de una buena jarra de cerveza, es uno de los ingredientes esenciales de las fiestas que también se toma sin estar necesariamente asociado a ellas...

 

Pero lo mismo sucede por ejemplo con las tradiciones escandinavas asociadas al Julskinka (“jamón navideño”, que se sirve sobre todo en Suecia y consiste en una pieza de jamón cocido que probablemente ya se consumía como tributo al dios Freyr) o en los Países Bajos con la Erwtensoep (sabroso puré de guisantes, acompañado con un poco de pan de cereales), el Zuurkool (que consta sobre todo de chucrut, es decir, col fermentada), el Jachtschotel (plato de caza consistente en carne picada mezclada con cebolla recubierta de puré y gratinada al horno con pan rallado), o las Gelderse rookworst (salchichas ahumadas) y también el Hutspot (una suerte de puré sólido de zanahoria y patata): sin duda, el frío obliga a que el menú sea potente, y a pesar de que hoy día los trabajos en el campo no sean tan duros ni la vida tan sacrificada como antes, a nadie le amarga consumir ninguno de estos platos, y mucho menos de la forma abundante y generosa que se suele hacer en Navidad...

 

 

 
Erwtensoep, típico de Holanda

                                                             
 

Y por cierto que tanto en los Países Bajos como también en las zonas circundantes, hay un plato estrella para la cena de Navidad que sí es absolutamente específico de ese día por su carácter especial: la liebre, que a pesar de ser tan similar al conejo, tiene un sabor más fuerte y mucho más característico.

 

Claro que todo esto no nos sorprende demasiado a los que tradicionalmente celebramos las fiestas en nuestras tierras, ya que en España resulta de lo más habitual degustar platos como la lechona, el pavo (que es la estrella de la cocina navideña también en los países anglosajones, sobre todo en Estados Unidos), el cordero o incluso la ternera, pero si nos vamos a latitudes más cálidas, la cosa cambia ligeramente. Porque desde hace unos años, son muchas las personas que optan por visitar el hemisferio de nuestro planeta en el que la Navidad se celebra en verano, lo cual condiciona considerablemente tanto la liturgia como la gastronomía en cuestión... y que a veces no nos son tan desconocidas como podría parecer: por ejemplo, las personas que vivan en algunas de las islas Canarias conocerán de sobra un tradicional plato navideño denominado Hallaca, originario de Venezuela y que los emigrantes que volvieron a las islas adoptaron como propio.

 

 

 
Hallaca, típico navideño de Canarias

                                                                             
 

Básicamente, es una masa de harina de maíz rellena de diversos ingredientes que luego se envuelve en hojas de árbol que se hierve en agua y se sirve un día después de haber sido cocinado, y si bien es una comida que se asocia a la Navidad, es indudable que su origen se pierde mucho más allá del verde con vísceras de cerdo que luego se envuelve en las hojas de esa misma planta para su cocción. También en Venezuela encontraremos cosas como el Pan de Jamón (un pan relleno de jamón mezclado con aceitunas verdes y pasas, de sabor muy característico) o la Ensalada de Gallina (o también de pollo, donde la carne del animal se deshilacha y se mezcla con patatas y zanahorias para servirse fría), y en Bolivia tienen incluso una sopa específica para la medianoche del día de Navidad (que según la tradición es justo el momento del nacimiento de Jesús) y que se toma inmediatamente después del brindis: la Picana, un caldo hecho a base de carne de ternera, verduras y otros condimentos, y cuya característica principal es la de tener un sabor entre dulce y picante.

 

 

 
Picana, sopa navideña de Bolivia

                                                                                                                                                           

 

Y si antes decíamos que en nuestro país era bastante común el consumo de lechona, que no se olviden los viajeros de que si van a la isla de Puerto Rico encontrarán el mismo plato, pero cocinado de una forma que no tiene parangón en el resto del planeta: a la vara, es decir, en un espetón sobre el fuego durante unas cuantas horas y después de haber sido sazonado con especias el día anterior, a la manera de los antiguos bucaneros. Y a pesar de que casi todos nosotros hemos comido lechona más de una vez (y no solo en Navidad) y podemos pensar que estamos ya más que acostumbrados a su sabor, es todo un descubrimiento el probar esa carne así preparada...

 

Pero sin duda, y dejando aparte todos los complementos de la mesa para consumir antes del plato principal (aunque eso no quiere decir que menospreciemos de ningún modo a los entremeses, que desde luego tienen su justo protagonismo) y también el capítulo de las bebidas (sobre todo, el cava o el ponche, aunque también hay multitud de opciones posibles para cada lugar, destacando sobre todas ellas el sueco Julmust: bebida no alcohólica específica de Navidad, de ella se consumen nada menos que 45 millones de litros en el país solo durante el mes de diciembre), donde más se va a notar el toque específicamente navideño en nuestra mesa, será siempre en el postre: los dulces de Navidad son probablemente una de las tradiciones más antiguas que existen, y absolutamente todas las culturas y sociedades se han ido mezclando unas con otras hasta dar como resultado un infinito repertorio de dulces y postres difíciles de pasar por alto.

 

Y precisamente, una de las estrellas más universales de la mesa en estas fiestas es el mazapán, al que podemos encontrar de una u otra forma prácticamente en todas las partes del mundo... aunque sin olvidar cosas tan dispares, pero tan bienvenidas como el tradicional pudding británico (elaborado con ron y ciruelas), las galletas de jengibre, el Panettone italiano (se cree que originario de Milán, pero exportado a todo el mundo), el Pandoro de Verona... y eso por no hablar de nuestros turrones, mazapanes o polvorones que tanto éxito tienen en todo el planeta.

 

 


Mazapanes, los reyes de la respostería navideña

                                                                                                                                         

 

Así pues, no se puede discutir que la Navidad y la buena mesa son sinónimos, y cualquiera que sea el presupuesto de cada bolsillo, seguro que puede adecuarse bien para disfrutar de estas fiestas con los tradicionales banquetes que se dan en cada casa...

 

 

 

 

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