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“Este restaurante lo ha creado mi padre en estos 30 años, ha reflotado un lugar que se podría haber hundido, y no lo ha hecho gracias a su trabajo y a sus dotes de gran anfitrión” explica Bruno Sellés, segunda generación en Ses Oliveres.
El restaurante ha evolucionado hasta ser lo que es hoy, un lugar tranquilo, interrumpido sólo por el renqueante paso del tranvía que se recorta sobre el mar. “Somos muy familiares y de trato cercano” dice Bruno Sellés “cuando vienen clientes de siempre, ven que algunas cosas han cambiado, pero la esencia es la misma, la de mi padre”.
“Cuando vienen clientes de siempre, ven que algunas cosas han cambiado, pero la esencia es la misma, la de mi padre”
Nacho Amores es el chef de Ses Oliveres y define su cocina como “de producto cien por cien, tratado de la mejor manera posible”. La carta es muy similar a la que tenía Pep Sellés, hay croquetas, gambas, mejillones… con un toque propio.
Los comensales tienen libertad para elegir la pieza de pescado, siempre del día, que el camarero les presenta cuando llegan. También pueden decidir cómo quieren que se cocine, siempre recibiendo el atento asesoramiento del personal, y con qué guarnición les apetece tomarlo.